Cuando un emprendedor se plantea por primera vez una idea de
negocio, no resulta fácil trasladar inicialmente el proyecto que flota en su
cabeza a una realidad tangible, que pueda ser rentable a corto o medio plazo.
Desde hace años, las diferentes escuelas de negocio enseñan estrategias que
puedan asegurar que nuestra iniciativa llegue a ser un éxito.
Este cometido choca en ocasiones con la realidad. Y es que
los diferentes modelos de negocio existentes no siempre representan las
soluciones perfectas para nuestra propuesta empresarial. ¿Existirá alguna
metodología casi perfecta, que pueda superar los inconvenientes de las
propuestas anteriores?
En 2008, cuando nadie esperaba una respuesta a esta
pregunta, nació lo que luego se conocería como modelo Canvas.
La metodología, desarrollada por
Alexander Osterwalder, está consolidándose como una alternativa real para
agregar valor a las ideas de negocio. Este objetivo, que debería ser el leit
motiv de cualquier emprendedor, no es una tarea sencilla. Sin embargo, el modelo Canvas es una
herramienta lo suficientemente sencilla como para ser aplicada en cualquier
escenario: pequeñas, medianas y grandes empresas, independientemente de su
estrategia de negocio y público objetivo.
La sencillez del modelo Canvas, clave de su éxito
Uno de los
puntos más importantes de la idea de Osterwalder fue la simplificación
de la metodología. Aunque inicialmente su propuesta fue publicada en
su tesis doctoral sobre ontología de los modelos
de negocio, en 2004, cuando apareció oficialmente el libre acerca
del modelo Canvas, se observó que era realmente sencillo implementar los 9
pasos de su propuesta:
1.
Segmentar los clientes, para conocer el
nicho de mercado y las oportunidades de nuestro negocio.
2.
Definir bien la propuesta de valor, en otras palabras,
saber por qué somos innovadores y qué nos diferencia de
nuestra competencia y nos acerca a potenciales clientes.
3.
Delimitar los canales de
comunicación, distribución y de estrategia publicitaria que seguiremos, para
fortalecer nuestra marca e idea de negocio.
4.
Establecer la relación que mantendremos con los
clientes.
5.
Determinar las fuentes económicas de
nuestra idea de negocio, un aspecto fundamental si queremos tener éxito.
6.
Identificar los activos y recursos clave
que necesitaremos como piezas imprescindibles en el engranaje de la idea
empresarial.
7.
Conocer las actividades clave
que darán valor a nuestra marca, y saber las estrategias necesarias para
potenciarlas
8.
Tener en cuenta los socios clave con los que establecer
contactos y alianzas para el negocio. En otras palabras, definir las
estrategias de networking con potenciales socios o proveedores, entre otras
figuras importantes.
9.
Marcar las estructuras de costes, para llegar a saber el precio que tendrá que
pagar el cliente por adquirir el bien o servicio que ofrecerá nuestra idea de
negocio.
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